¿Podrianos cambiar la pagina?


Cuando escribo, deseo.
Deseo que todo no sea mas que un pequeño jardin que cuelga de mis ojos, y se balancea al viento tibio de la memoria.
Espero no desaparecer.
Te espero.



jueves, 3 de mayo de 2012

Llueve en Bangkok

ella se fue    no el día que me dijo    otro nomás
versátil    canallesco
¿sabrá que la añoro?
obeso en su esquina
frágil de encallar
es la boca destrozada en otra vida         infinita
y los esbirros       a regañadientes

¿qué busco en la nuca de la desconocida?
el beso que le di
naufragio de perros evidentes
y un oleaje sanguíneo
como presumo se sentirá     ella misma    en cubierta

nos descubrimos
en lo desconocido
en la resurrección de los muertos
en todo aquello
que es memoria y saliva

intento desde otro tiempo
desde otra energía

llueve ahora en este cangrejal
los labios se secan en la atmósfera    alguien grita órdenes
no pertenezco a este universo    me muevo solo
como un cisne
añorando

martes, 6 de marzo de 2012

Tristeza japonesa

Vi,
en la penumbra silenciosa del escabeche rancio,
los tegumentos, esas ociosidades divergentes,
ese malestar molecular de las arañas.
Vi los recovecos
de tu corazón a la intemperie,
en fieros zánganos,
en la preciosidad opuesta a la que corre la sangre.
Pero, no me quede en verte
desde esa vereda opuesta, en donde no da el sol,
desde contra la ventana, donde el vidrio se refleja,
desde donde te veo mover, pero no me quede,
y sin embargo
es la sangre la que impide,
la que te menciona contra el vidrio y esos cristales.
Vi
los goznes herrumbrados de las palabras caídas,
los espejos de la estancia escasa,
de accesorios y distancia.
Me fui inocente.

Un rostro suave

Ella se ríe impropia y propia, en su sucinta carne al descubierto.
Entre ambos, una cantidad ingente de mierda que hiede y acaso proporciona. Festejo a siniestra el descalabro. No todos somos aún.
Ella naufraga, concha que late fugitiva del azar.

Me enamoro de su aureola, de su olor, acción al viento y encima.
Más, sangra la tarde, a regañadientes su estopa es posible y singular.
Le hablo del advenimiento, le cuento los posibles enfrentamientos con el tiempo. Ella se ríe, muestra su cáscara, la concreción de los intestinos de la pesadilla, el molar de la lógica.
Ella sólo ríe y me proporciona una suavidad en celo, los prolijos acostumbramientos a perpetuidad.

jueves, 29 de diciembre de 2011

z.

Lo que ocurra, será lo suficiente
como llenar el cielo de tus manos con guiones de asombro,
o caminar quejándome
por el susto de pan y tus labios.
El sollozo se llenó de arroz
y los ojos fueron lugares desconocidos.
Nada se podrá deshilvanar con tu llegada ni con tu partida,
ni el silencio opacado por lavandas,
ni el enorme despliegue de noticias
en el aire de esta boca.
Desde que dejaste el mar,
la lluvia no tiene sentido.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Viejo Amor

En este viejo amor,
una dulce canción.
No tanta como de cielo entero encima
o debajo de la falda las piernas inundan
la vereda.
No quiero olvidar,
encajar los días dentro de sus números
para habitar nuevamente
lo que nunca tuve.
Celos del amor,
tener sobre la piel por siempre
tus dedos,
y las uñas aun por crecer,
o el olor de los labios que consigo retener
cual si fuesen restos de pequeñas lloviznas.
En este amor,
una dulce canción,
que sigo en tarareo lento
por sobre el ruido del atardecer
que cae.
Y cae,
hasta engañar mi sueño barato
de tener amor,
y traerte nuevamente.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Fragil y liviano

Alguien le avisó cuando bajó del tren en aquel andén
un día gris de llovizna triste…
Nos están matando…
Y se persignó [no era cristiano, ni siquiera había estado en
esa colina cuando crucificaron a los ladrones y al otro,
al charlatán].
Cruzó al café.
Se sentó mirando a la puerta que daba a la vereda
y a los automóviles.
[El ejercito Romano ya no parecía el imperio progresista,
solo era una banda de asesinos sanguinarios sueltos sin
control].
Siguió mirando la llovizna. Le dolía el cuerpo,
las heridas, los amigos,
el recuerdo de una futura agonía en algún charco
en medio de esta lluvia.
[No tenia el poder del perdón ante las atrocidades,
no podía producir milagros como convertir el
contenido de las tinajas de agua en vino para que
la fiesta pudiese prolongarse en la noche hacia la
mañana y hacia más allá de ese día.
No tenía nada en las manos, ni amor, ni emoción
por los pobres, ni por mi mismo; ni aún lo tengo
a pesar de tanto tiempo transcurrido entre mi
muerte y mi resurrección].
Sorbió con desagrado ese liquido viscoso negro y tibio.
La lluvia arreciaba.
Recordó los tilos en el camino un día de otoño,
y aquella mujer que le había sonreído al corazón.
Recordó, y en ese pequeño acto,
la sangre recorrió con ardor sus pupilas, sus mejillas
y sus manos.
La herida en su costado volvió a sonreír.
Creyó estar bajando de un animal ruidoso en
medio de una llovizna;
que alguien se acercaba y le decía…
Nos están matando…
Lo beso y le deseo lo mejor. Cree, le dijo; cree…
Y creyó estar en un largo, húmedo, en eterno sueño…


sábado, 10 de diciembre de 2011

Esmeril

Un truco que truena entre nudillos de seda leve.
La maravilla
octavando cóncavos
a suene y destierro. No hay corolas
ni gansos fríos,
murmurando el borde de una película que come
todos los enemigos necesarios.
El piso mueve su anzuelo,
los nominales se desgajan atando círculos en el aire;
y el motor se oxida
en un quiebre repentino.
No hay deshonras
ni lujuria que describa en la exactitud, la mirada del
piloto.
Navegantes que se esquilan,
nubes vacías,
y el croar creciente de cientos de tantas enaguas.
Pifian los nobles arcángeles
sus descuidados confines,
y al error humilde le corresponde el graznido
de la luna;
y al peculiar tanteo de las plantas contra el viento,
una confusa y erosionada
visión. Beso prófugo,
trinche de leche.
Armemos el mundo.
Armemos cada fatiga de vino dulce,
cada colisión entre lava y leva.
Foca de plumas tristes;
entre los sobrevivientes emergió alguien, quien volvió
a verter magia silenciosa entre arabescos de
metal.
Armemos el modo,
la curiosidad de un soldado acariciando el agua,
entre buzos que buscan
el misterio de la amada.
No hay porción ni mención en nosotros;
te debo una buena oportunidad,
el corte de la crisálida
y su vuelo,
la característica de su color
y el sonido
al masticar sus dedos.
Sangre bebida en un grito entre huecos.
Algarabía de ciudad abandonada, sitio injusto en donde
pájaros oscuros esperan que la noche caiga.
Esmeril.